Derechos de los pacientes
Oscar Díaz

LOS DERECHOS DE LOS PACIENTES EN MÉXICO

La relación médico-paciente en nuestro país tradicionalmente ha sido una relación de jerarquía del primero frente al segundo, en la que el respeto que le genera el profesionista al paciente se traduce en una sumisión de este último a lo que el galeno indique, ya sea sobre el diagnostico de un padecimiento, sobre los estudios o exámenes requeridos para un tratamiento, sobre el procedimiento a seguir o sobre la necesidad de una intervención quirúrgica en su caso. Por lo general, en lugar de resultar una relación transversal donde ambos sujetos se encuentran en el mismo plano, en realidad nos encontramos con que el primero se encuentra empoderado y el segundo obediente frente a un todo poderoso, al que no se le cuestiona casi nada, algo parecido a lo que sucede también en las relaciones que se desarrollan entre los abogados y sus clientes.

Esta distorsión relacional se encuentra detectada desde hace muchos años tanto por académicos de distinta índole, como por gobiernos e instituciones tales como la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed), quienes desde entonces han venido trabajando en pro del reconocimiento y de la difusión de los derechos y las obligaciones que les asisten a los pacientes frente a médicos y hospitales, ya sean públicos o privados, con la intención de equilibrar la balanza y fortalecer la posición tan disminuida en la que se encuentran la gran mayoría de los pacientes frente a sus médicos. Por ello desde el año 2001 se estableció una carta sobre los derechos de los pacientes en México, donde se destacan diez derechos en particular que, aunque no son los únicos, si son de alguna manera los más importantes para comprender cuál es el equilibrio ideal que debe prevalecer en esta relación codependiente.

Entre otros, un paciente tiene derecho a recibir una atención médica adecuada, a recibir un trato digno y respetuoso, a recibir información suficiente, clara, veraz y oportuna, a decidir libremente sobre su atención, a otorgar o no su consentimiento válidamente informado, a ser tratado con confidencialidad, a contar con facilidades para obtener una segunda opinión, a recibir atención médica en caso de urgencia (en cualquier hospital), a contar con un expediente clínico y tener acceso a él, y a ser atendido cuando se inconforme por la atención medica recibida. Estos derechos puntuales se encuentran comprendidos dentro del derecho a la salud que de manera abstracta se encuentra garantizado en nuestra Constitución Política, pero no dejarán de ser un puñado de buenas intenciones hasta que no haya un verdadero cambio en la comprensión de la relación de la que hablamos.

Por lo anterior es importante concientizar a los profesionales de la salud en relación a las habilidades blandas que deben adquirir para dar un mejor servicio y una atención de calidad a los pacientes, más allá de su sapiencia; y también concientizar a los pacientes en relación a sus derechos. Ni las credenciales de un gran medico ni su autoridad académica o intelectual podrán estar jamás por encima de los derechos de un paciente, teóricamente hablando; por el contrario, siempre deberán respetarlos, y la idea es llevar esa teoría a la realidad.

En muchos de los casos tanto médicos como pacientes coinciden en tener una gran ignorancia sobre estos temas. En los últimos años eso ha venido cambiando, pero aún no se habla lo suficiente de ello públicamente. En la medida en la que se hagan valer los derechos y las obligaciones de cada uno empezarán a mejorar los servicios de salud en México, y se podrán combatir con mayor eficacia las malas prácticas en la medicina, tanto de los médicos como de los hospitales y demás sujetos involucrados.